10 de enero de 2012

MIGUEL ÁNGEL LOTINA

Ficha del entrenador
Nombre completo Miguel Ángel Lotina Oruechebarría 
Fecha de nacimiento 18 de junio de 1957
Lugar de nacimiento Meñaca (Vizcaya)
Total partidos80
Partidos Ganados30
Partidos Empatados25
Partidos Perdios25
Temporadas en el club2  (2002-04)

Casi toda su carrera como jugador la desarrolló en el Logroñés, aunque empezó jugando en el Gernika, y su posición era la de delantero centro. Con el conjunto riojano ascendió de Segunda División B a Primera. En la máxima categoría jugó 21 partidos y anotó 3 goles. Fue en la temporada 81-82 defendiendo los colores del Castellón.

Comenzó su carrera como técnico como segundo de David Vidal en el Logroñés y se ganó prestigio como primer entrenador durante sus tres temporadas en el Logroñés B, equipo donde había militado como jugador y al que ascendió a Segunda B en su primera temporada (90-91). Dos temporadas después se puso al frente del primer equipo en Primera División durante dos jornadas de modo interino tras la destitución de David Vidal, cosechando dos derrotas.  Dejó la disciplina riojana cuando el club contrató a Carlos Aimar como nuevo técnico.

La siguiente campaña tomó las riendas del Numancia en Segunda División B, club en el que comenzó a hacerse un nombre como entrenador y como persona, ya que su humildad fue siempre una de sus grandes características. Después de dos temporadas clasificando al conjunto soriano para la liguilla de ascenso, en la 95-96 se daba a conocer después de lograr una de las machadas más importantes de la historia de la Copa del Rey. El modestísimo Numancia, por aquel entonces, se cargó a tres "Primeras" y puso contra las cuerdas al Barcelona de Cruyff en cuartos de final. En la ida, en el campo de Los Pajaritos, el resultado fue de empate a dos. En la vuelta en el Camp Nou, los sorianos perdieron por 3-1, aunque el gol inicial de Barbarín hizo soñar (aunque por poco tiempo) a la afición numantina. Fue el Numancia de Lotina un equipo que pronto se hizo con el calor de los aficionados al fútbol, y que cayó muy simpático a mucha gente desde ese logro histórico de haber alcanzado unos cuartos de copa.














La digestión de aquella hazaña le sentó mal a Lotina, ya que en los dos clubes siguientes que dirigió, Logroñés de nuevo, y Badajoz, fue destituido. La gloria le llegó de nuevo en Soria, donde regresó en la temporada 98-99 para llevar al Numancia a Primera por primera vez en su historia. La campaña siguiente repitió el mismo éxito con Osasuna y ese segundo ascenso consecutivo le valió para entrenar a los rojillos en Primera dos años más, en los que logró la permanencia con muchos apuros.

Con tales logros, el Celta apostó por él como el sustituto del venerado Víctor Fernández, con el que los celestes desplegaron un fútbol maravilloso durante cuatro temporadas, pero poco efectivo, ya que no se logró ningún título, ni siquiera el pase a la Champions. La directiva de Horacio Gómez arriesgó con Lotina, poco conocido entre la afición, con un juego no tan bonito, y una apariencia física poco llamativa en comparación con su antecesor, aunque con un carácter más modesto. Como dijo el técnico vasco en una ocasión: “Llegue tarde al reparto de caretas” (en referencia a su rostro).

La presentación oficial tuvo lugar el 25 de mayo de 2002. Lotina fue muy claro a su llegada al equipo vigués: “Este equipo ha jugado muy bien los últimos años y yo espero seguir haciéndolo, pero quiero algo de tocar. Quiero que tengamos opciones de ganar la Liga”. Además, añadió su idea de que ya era hora de que sonará en Balaídos la música de la Champions. Desde el primer momento, el entrenador vizcaíno sabía que se enfrentaba al reto más importante de su carrera: “más de una vez he dicho que deseaba dirigir a un equipo con aspiraciones más allá de la permanencia y ahora, fichando por el Celta, lo he logrado”. Pese a este salto cualitativo en su currículum, Miguel Ángel, que tenía una ficha anual de 600.000 euros, adelantó que “no cambiaré mi filosofía del fútbol. Quiero que mi equipo juegue de memoria, que todos sepan a que juega el Celta”.

Lotina repitió el mismo cuerpo técnico que tuvo Víctor Fernández, con Ramón Carnero de ayudante y Eduardo Domínguez de preparador físico, y la plantilla sufrió pocos cambios pero importantes. Las discrepancias con el presidente terminaron propiciando la salida de Karpin del equipo, una baja fundamental, que sería cubierta por un argentino, el “Chacho” Coudet, que fue todo un fiasco.  Los otros fichajes fueron un mediocentro de su confianza, José Ignacio, y el que debía de ser el recambio de Mostovoi para darle descanso, Jandro.

Mucho se criticó a Miguel Ángel Lotina en los primeros compases de la Liga, acusándole de que su Celta rompía con los cánones y la esencia de aquel equipo celeste de las últimas campañas, aquel Celta que maravilló en Europa de la mano de Víctor Fernández. Esas críticas no se veían reflejadas en los resultados, ya que el comienzo del equipo vigués fue espectacular. Ganó los tres primeros partidos con solvencia colocándose líder, primer puesto que repetiría en la quinta jornada tras vencer 0-1 en Mestalla con gol de Vagner en el descuento, después de parar Cavallero dos penaltis al Valencia. La primera derrota llegó una semana después, ante el Rayo Vallecano en Balaídos.

Pasaban las jornadas y el equipo exhibía una regularidad asombrosa, una solidez defensiva casi desconocida, el uso de las jugadas de estrategia para romper partidos y una importante efectividad en ataque. El fútbol no era el de antaño, pero los resultados se mantenían. Quizás uno de los mejores encuentros fue el que cerró la primera vuelta ante el Barcelona en casa. Los pupilos de Lotina fueron muy superiores a los culés, sobre todo en la segunda mitad, y los goles de Jesuli y Sylvinho (inverosímil el del brasileño) certificaron una victoria con dosis de buen juego. Aquella derrota supuso la destitución de Van Gaal como técnico del Barcelona.
El Celta terminaba sexto la primera vuelta y las únicas decepciones fueron las eliminaciones en dieciseisavos de Copa y Uefa. Con el objetivo de lograr clasificarse a la Champions, el equipo vigués se desprendió en el mercado de invierno de Coudet, Doriva, Kaviedes y Jandro y se reforzó con un joven canario del Las Palmas, Ángel, que venía para cubrir el extremo derecho, aunque pronto se hizo sitio en el centro formando un trivote con Luccin y José Ignacio. Pese a estos cambios en la plantilla, Lotina se mostraba preocupado por el pobre bagaje goleador de Catanha y McCarthy y la directiva hizo un esfuerzo para incorporar en el mes de marzo a Mido, un joven egipcio díscolo que llegó en calidad de cedido del Ajax. Hasta entonces, Edú era el que estaba asumiendo la responsabilidad goleadora logrando aquella temporada sus mejores registros. Con Mido, el Celta experimentó un salto de calidad que le permitió colocarse en un mes entre los cuatro mejores a falta de cuatro jornadas para el final. Uno de los méritos del técnico de Meñaca fue sacar un gran rendimiento al egipcio sin que creara problemas en el vestuario.

Llegaba la hora de la verdad y el conjunto celeste no falló. Goleó al Deportivo por 3-0,  dejando a los coruñeses sin opciones al título. Después sacó un punto de oro del Santiago Bernabéu con un planteamiento rácano, pero efectivo, que suscitó las críticas de la prensa nacional e incluso algún periodista llegó a decir que un equipo que jugaba así no merecía jugar la Liga de Campeones. Penúltima jornada y el Celta recibía la visita de la Real Sociedad, líder en aquel momento. Fue el 15 de junio de 2003 cuando Balaídos rozó el lleno para presenciar un encuentro espectacular por su lucha, juego y emoción. Con casi 10.000 donostiarras en las gradas, el equipo vigués venció por 3-2 en un partido épico y se clasificó por primera vez para la Champions League con una jornada de antelación. La alegría se desbordó entre los celtistas que celebraron en Praza América el mayor éxito de su historia.

Pese a cumplir con creces, a Lotina se le 'vapuleó' por su filosofía conservadora por un sector de la afición. Su idea de que primaba la defensa y la presión sobre un juego más espectacular, enturbió los ojos a una bien acostumbrada afición celtiña. La sombra de Víctor se paseó alargada por Balaídos para desesperación de Lotina. “Algunas de las críticas que recibimos fueron más que injustas. Y, sobre todo, no encontré ninguna explicación. Cada día que pasa estoy más convencido de que a un entrenador le ponen a una etiqueta de partida, pasando los análisis de los partidos a un plano secundario. Recuerdo el partido contra el Mallorca. Allí se tituló: El Celta viene con el autobús. Ganamos dos a cero, dominamos el partido, les dimos un repaso. Y nadie rectificó y uno se lo que tiene que comer”.

Los críticos con Lotina aludieron a la suerte como el factor determinante del cuarto puesto del Celta, pero se equivocan. Poca gente se acuerda que en aquella campaña se fallaron cuatro de los siete penaltis que le señalaron. En cambio, apenas se valoró que el equipo no salió ninguna jornada de los puestos europeos, que de los 45 goles a favor, 41 fueron de jugada y que hacía tiempo que no se veía a un conjunto tan sólido y que terminó con el premio del Zamora de Cavallero.

Tocaba planificar la temporada más ilusionante para el celtismo. Savo Milosevic llegó para convertirse en el nueve goleador que añoraba Lotina, aunque con las bajas de Mido y McCarthy, solo tenía a Catanha como recambio. También regresó Contreras después de su cesión al Sporting Lisboa. Por tanto, se mantuvo el bloque del año pasado con un par de retoques. Los celtistas soñábamos despiertos y esperábamos lo mejor en la nueva campaña, una ilusión que compartía el míster: “Quiero que este año la afición también se ilusione, igual que el día de la Real Sociedad. El objetivo es celebrar algo en la plaza de América”. Todo era optimismo y el técnico vasco ponía el listón alto desde el principio: “Con el freno de mano echado, porque no hemos empezado, sí creo que podemos hacerlo mejor que el año pasado”. Sobre su valoración de la primera temporada, Lotina tenía claro su principal aportación: “Eliminar las excusas. Nos responsabilizamos de lo que hicimos mal y eso fue bueno”.

Antes de disfrutar de la gloria, teníamos que superar al Slavia de Praga en la ronda previa de la Champions League. Pese a ser en agosto, más de 20.000 espectadores acudieron al partido de ida. El resultado, el mejor posible: 3-0 demostrando una gran superioridad. Fue el equipo confiado a Praga y a punto estuvo de pagarlo. A la media de hora el Slavia ganaba 2-0 y el Celta sufrió lo indecible para conservar la renta de tres goles. Con el billete para la frase de grupos todos esperaban el sorteo que deparó el grupo de la muerte, con Ajax, Brujas y Milán como rivales.

Gol de Mostovoi al Slavia

Antes de disfrutar de la máxima competición continental había que rendir en Liga y en ese apartado el comienzo del equipo fue decepcionante. No se consiguió vencer hasta la quinta jornada de manera agónica ante el Valladolid, ya que hubo que remontar un 0-2. En medio de la sorpresa de la afición, Lotina comenzó a hacer cosas sorprendentes como colocar a Contreras de delantero centro en Villarreal por el bajo momento de forma que vivía Catanha. En medio de la preocupación llego el estreno en Champions en Brujas y con un sistema novedoso, ya que el de Meñaca apostaba por jugar con cinco defensas ante las bajas de hombres de ataque. Edu, un hombre clave la pasada campaña, se perdió por lesión casi toda la primea vuelta, aspecto que el equipo lo notó en demasía, unido a los problemas físicos de Mostovoi. El Celta rozó la victoria en Brujas, aunque al final solo se llevó un punto.


La Liga de Campeones metió al Celta en una atmósfera que no parecía sentarle del todo bien, comenzando por la huelga que hicieron los jugadores el día antes de la presentación europea en Balaídos, frente el Milan, para reclamar pagos atrasados. Quizá el club necesitaba más experiencia para compaginar dos competiciones muy exigentes, amén de la poca moral que demostraron sus futbolistas. El Celta sumaba tres victorias en trece partidos desde el comienzo de la temporada y por primera vez se veía un Lotina dubitativo: no sabía si jugar con cinco defensas o con cuatro, con extremos o con carrileros, con punta o sin él. Donde la plantilla dio la cara fue en la Champions consiguiendo llegar a la última jornada de la fase de grupos con opciones de pasar a octavos. Para ello tenía que ganar el 9 de diciembre de 2003 al Milán en San Siro. Después de una mala primera mitad, que acabó en empate gracias a una acción individual de Jesuli, el conjunto vigués logró por medio de José Ignacio el tanto de la victoria que colocaba al Celta entre los 16 mejores equipos de Europa. La alegría se desbordó entre la afición celeste e incluso algunos se bañaron en Praza América. Fue la única satisfacción, ya que el equipo acabó el año un puesto por encima del descenso y con Lotina cada vez más cuestionado.




El año 2004 se abría en Balaídos con la visita del Deportivo. El club vigués llegaba plagado de bajas en ataque y con un pobre bagaje de una victoria en casa en ocho partidos. Y sucedió lo peor posible. El Celta perdió 0-5 ante su eterno rival después de un lamentable segundo tiempo y la mayor parte de la afición estalló al grito de “Lotina vete ya”, cansando de los pobres resultados y sin entender porque su equipo jugaba ahora con cinco defensas. Aquella triste noche para el celtismo, el técnico vasco quedó sentenciado.

Tras el varapalo copero ante el Alavés, la 'manita' que la Real Sociedad le clavó en casa acabó condenando al vizcaíno y fue destituido el lunes 26 de enero de 2004. A Lotina le condenó la pésima trayectoria del Celta en la Liga. Los números no engañan: desde noviembre el equipo vigués nunca ha podido estar a más de dos puntos por encima de la zona de descenso. Guarismos que contrastan con su trayectoria en la Champions League, clasificado el Celta para los octavos de final. En su despedida, Lotina mostró la tristeza por su despido: “Lo siento porque me sentía con fuerzas para sacar esto adelante, pero entiendo que desde la directiva tengan que buscar una salida y respeto que hayan considerado que la solución sea cambiar al entrenador”. Tras un amplio carrusel de agradecimientos, Lotina dijo que “este vestuario es sensacional y le deseo lo mejor”. También lamentó que “cuando mejor estábamos mi familia y yo, nos tenemos que ir” tras reconocer que le costó adaptarse a Vigo. Horacio Gómez sólo tuvo palabras de elogio y se le notó dolido por la decisión tomada: “Llegó y se va como un señor. El celtismo siempre tendrá un recuerdo para ti, quedarás en la historia como el técnico que nos llevó a la Liga de Campeones”.

Miguel Ángel Lotina estuvo en el Celta 20 meses con la dura tarea de hacer olvidar a Víctor Fernández. No lo tuvo fácil pues a veces le pusieron carros y carretas y le llovieron críticas, pese a los buenos resultados en su primera campaña. En su defensa se puede decir que el equipo estaba un punto por encima del descenso, por lo que acusarle de ser el máximo culpable del descenso es toda una injusticia. Como reaccionaron los jugadores años después, deja claro que su destitución fue un error y el gran problema estuvo en los propios futbolistas y en la directiva por no cumplir los compromisos económicos firmados, lo que minó la moral y desesperó a los que saltaban al césped. Además, Lotina tuvo el hándicap de que no le traían como a Víctor Fernández lo que pedía y se encontró con una plantilla muy veterana (un tercio de la plantilla superaba la treintena) para afrontar tres competiciones al máximo nivel.
Se fue en Vigo muy injusto con Lotina. El vasco logró el mayor hito de la historia del Celta y las críticas fueron excesivas desde el principio. Él se merecía jugar aquella eliminatoria de octavos frente al Arsenal. Se fue sin hacer ruido ni daño, tal y como llegó. Lo que mucha gente no sabe de Lotina, es que con el tiempo, llegó a la conclusión de que tanta humildad había lastrado su carrera en un mundo tan mediático y, por ello, decidió contratar un psicólogo personal. Aquella temporada 2003-04 el Celta descendió y siempre quedará la duda de qué pasaría si se hubiese confiando más en el técnico vasco.

Tras bajar con el Celta, Lotina probó suerte con el Espanyol. Con el conjunto “perico”, logró el único título nacional que posee en su palmarés: la Copa del Rey de 2006. Pero esa misma temporada consiguió salvar al equipo en el último minuto de la temporada: el descenso estuvo más cerca que nunca. La temporada siguiente cogió a la Real Sociedad donde llegó iniciada la campaña y con el equipo que antes había entrenado Bakero en una lamentable situación. Ele entrenador vascó trató de reconducir la situación pero no lo consiguió y fue parte del primer descenso realista en 40 años. Tras consumarse el descenso, confirmó que no continuaría en el equipo. Entonces, en la 2007-08, dio el salto al Deportivo de la Coruña. Tras unas primeras temporadas esperanzadoras, metiendo al equipo en Intertoto (ganándola en 2008), el paso del tiempo comenzó a hacer mella. Con una plantilla cada vez más limitada fue uno de los culpables del histórico descenso del conjunto coruñés en la última jornada ante el Valencia.


Artículo de Marcial Varela


TRAYECTORIA

1990–1992      Logroñés B
1992    Logroñés
1993–1996      Numancia
1996    Logroñés
1997–1998      Badajoz
1998–1999      Numancia
1999–2002      Osasuna
2002–2004      RC Celta
2004–2006      Espanyol
2006–2007      Real Sociedad
2007–2011      Deportivo La Coruña


TRAYECTORIA CON EL CELTA

2002-03: 1ª División
2003-04: 1ª División (De la jornada 1 a la 21)


1ª División

59  partidos
21 Victorias
19 Empates
19 Derrotas
73 Goles a favor (1,24 por partido)
75 Goles en contra (1,27 por partido)
Progresión de puntos media en Temporada completa: 52,81 (3 ptos por victoria, 38 partidos)


TOTAL DE PARTIDOS EN EL CELTA EN LIGA: 59

 Fuentes: Hemeroteca de El Mundo Deportivo, Guías Marca de la Liga, Guía de la Liga de La Voz de Galicia, “Palabra de Entrenador” de Orfeo Suárez, Wikipedia

1 comentario:

  1. Chapó, buen artículo y me es imposible encontrar nada que criticar.

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